Cómo niño? , ya no queda
la inocencia no retorna
emigra del labio en cada batalla
se descolora con cada enfado
se erosiona absoluta
los años son su verdugo
ella sangra su vuelo
desde el subsuelo en la adolescencia
la evasión no sucede
pues el milagro corrompido queda.
Viejo , allí es la parada
allí todos nos encontraremos
algunos con la suerte de la memoria
otros con el consuelo del olvido
pero la inocencia...
ella no ocurre
solo es la ilusión de quien cuida
colocar el velo a los ojos
y cubrir con brillos la verdad del pasado
pues cuando nos vamos
nadie recordará la falta
y seremos todos santos.
© lichazul ®
2015
Blog Donde Perderse
7 comentarios:
Nunca deberíamos dejar de ser niños. Te imaginas siendo viejos, pero niños, y morir siendo niños, creo que sería fantástico. Llegar hasta el fin de nuestros días sin maldad, y con la conciencia limpia, seguro que a todos nos hacían santos. Porque es triste llegar a la vejez y comportarnos como niños, ya que esto es síntoma de deterioro, fatiga y cansancio.
Besos querida Elisa.
RAFA, la realidad dice que la inocencia se pudrió hace mucho, y que solo somos los residuos de nuestros exabruptos y manías, una masa de achaques , la realidad no es bonita, por eso inventamos eso de que volvemos a ser como niños , solo para sacarnos la responsabilidad de nuestros actos jejeje
abrazos
Al final, como al comienzo, la inocencia.
Un abrazo.
no Rafael, no queda inocencia
pero al hombre le gusta mentirse
inventar castillos y creerse el cuento jejeje
abrazos
Elisa, cada persona es un mundo...En cada cual queda el poso de lo vivido, en unos decepción, en otros tristeza y nostalgia y en otros inocencia y transparencia ¿por qué no? El alma se supera o se estanca, pero no envejece...La vejez la siente el cuerpo...Mi abrazo y feliz tarde, amiga.
M.Jesús
gracias MJ, sin duda hay quienes son optimistas , pero no quiere decir que sean inocentes, sorry, pero la inocencia como niños, esa se pudrió hace muucho rato
abrazos
Cierto. Cuánto santifica la muerte.Nos dan la inocencia. NO hay muerto malo decía mi mamá en su simpático dejo costeño. UN abrazo. Carlos
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